El espíritu de la profecía es el testimonio de Jesucristo
Hoy en día, algunas personas todavía intentan dar profecías llenas de juicio, basados en el modelo del Antiguo Testamento de ver los errores del pueblo y amonestarles por los mismos. Sin embargo, actualmente ¡esta es la misión del acusador de los hermanos! Apocalipsis 12:10-11.
En lugar de eso, Apocalipsis 19:10 dice que “el testimonio de Jesús es el espíritu de la profecía”. Esto tiene numerosos significados, de los que sólo estudiaremos unos cuantos:
Jesús resolvió la ira de Dios en la cruz. Ahora estamos en una época de gracia que durará hasta el juicio final en que todos serán juzgados por sus obras (Apocalipsis 20:11-15). Jesús sirvió de modelo de vida del profeta del Nuevo Testamento. Cada vez que sus discípulos intentaban operar según la mentalidad del Antiguo Testamento, Él les corrigió. Cuando Jacobo y Juan quisieron invocar fuego del cielo sobre la aldea que no los quiso recibir, como había hecho Elías, el Señor les reprendió, ¡comparando su comportamiento al de Satanás! “Ustedes no saben de qué espíritu son —les dijo—, porque el Hijo del Hombre no vino para destruir la vida de las personas sino para salvarla” Lucas 9:55-56 (NVI).
Bajo el nuevo pacto de gracia que inauguró Jesús no hay lugar para una actitud de condenación.
“Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu. Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte. Porque lo que era imposible para la ley, por cuanto era débil por la carne, Dios, enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado y a causa del pecado, condenó al pecado en la carne” Romanos 8:1-3.
En Juan 8, cuando los escribas y fariseos le trajeron a Jesús una mujer sorprendida en el mismo acto de adulterio, una vez más, Él se negó a actuar de acuerdo a una mentalidad del Antiguo Testamento. Ellos le dijeron:
“Y en la ley nos mandó Moisés apedrear a tales mujeres. Tú, pues, ¿qué dices?”
Los romanos no permitían que los judíos ejecutaran sentencias de muerte (Juan 18:31). Jesús se inclinó hacia el suelo y por un instante los escribas y fariseos debieron pensar ‘¡Lo tenemos! ¡La va a lapidar!’, sabiendo también que si Jesús se negaba a apedrearla sería la burla del pueblo por no obedecer la Ley de Moisés. Pero Jesús escribió en tierra con el dedo. Tal vez empezó a escribir los Diez Mandamientos, al igual que había hecho Dios con el dedo sobre las tablas de piedra (Éxodo 31:18; Éxodo 34:28). Pero ellos persistieron y le presionaron sabiendo que lo atraparían si Él se negaba a tomar acción alguna.
“Y como insistieran en preguntarle, se enderezó y les dijo: ‘El que de vosotros esté sin pecado sea el primero en arrojar la piedra contra ella’. E inclinándose de nuevo hacia el suelo, siguió escribiendo en tierra” Juan 8:7-8.
De haber anotado los Diez Mandamientos, seguramente estaría escribiendo los últimos cinco contenidos en la segunda tabla:
“No matarás.
No cometerás adulterio.
No hurtarás.
No hablarás contra tu prójimo falso testimonio.
No codiciarás la casa de tu prójimo,
No codiciarás la mujer de tu prójimo,
Ni su siervo,
Ni su criada,
Ni su buey,
Ni su asno,
Ni cosa alguna de tu prójimo”
Éxodo 20:13-17.
“Pero ellos, al oír esto, acusados por su conciencia, salían uno a uno, comenzando desde los más viejos hasta los postreros; y quedó solo Jesús, y la mujer que estaba en medio. Enderezándose Jesús, y no viendo a nadie sino a la mujer, le dijo: ‘Mujer, ¿dónde están los que te acusaban? ¿Ninguno te condenó?’ Ella dijo: ‘Ninguno, Señor’. Entonces Jesús le dijo: ‘Ni Yo te condeno; vete, y no peques más’” Juan 8:9-11.
Jesús nos advirtió que no juzgáramos a nadie:
“No juzguéis, y no seréis juzgados; no condenéis, y no seréis condenados; perdonad, y seréis perdonados” Lucas 6:37.
Pablo nos hace la misma advertencia:
“Por lo cual eres inexcusable, oh hombre, quienquiera que seas tú que juzgas; pues en lo que juzgas a otro, te condenas a ti mismo; porque tú que juzgas haces lo mismo” Romanos 2:1.
Una de las razones es porque cuando juzgamos, lo hacemos según nuestra carne.
Juan 8:14 “Vosotros juzgáis según la carne; Yo no juzgo a nadie. Y si Yo juzgo, Mi juicio es verdadero; porque no soy Yo solo, sino Yo y el que Me envió, el Padre”.
En lugar de juzgar a los demás, nuestro comportamiento debe seguir el modelo de Jesús, quien, hasta el final de los siglos, “vive siempre para interceder” por nosotros (Hebreos 7:25).
“¿Quién acusará a los escogidos de Dios? Dios es el que justifica. ¿Quién es el que condenará? Cristo es el que murió; más aun, el que también resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el que también intercede por nosotros” Romanos 8:33 y 34.
Si descubrimos un defecto o falta en otro individuo, no deberíamos juzgarle sino orar por la persona y prestarles apoyo en su debilidad antes de que sea demasiado tarde.
Cuando Jesús reprendió a las iglesias en el libro de Apocalipsis, Él dijo de ellas más cosas positivas que negativas.
Dios todavía tiene que juzgar
No digo aquí que Dios no juzgue más a las personas, porque está claro incluso en el Nuevo Testamento que todavía lo hace. Dios, al final de los siglos juzgará a todos según sus obras (1 Pedro 1:17, Apocalipsis 20:12). En la Biblia también pone claramente que Dios disciplina a los que ama y juzga a los que van más allá de cierto punto. Para el cristiano, el mejor plan de acción es continuamente rendir cuentas con Dios respecto al pecado y buscar ayuda si tiene un problema persistente. Esto permite la poda en época de invierno en lugar de ser en primavera, cuando se está lleno de savia.
Hebreos 9 y 12:5-10 “Hijo mío, no menosprecies la disciplina del Señor, ni desmayes cuando eres reprendido por Él; Porque el Señor al que ama, disciplina, y azota a todo el que recibe por hijo. Si soportáis la disciplina, Dios os trata como a hijos; porque ¿qué hijo es aquel a quien el padre no disciplina? Pero si se os deja sin disciplina, de la cual todos han sido participantes, entonces sois bastardos, y no hijos. Por otra parte, tuvimos a nuestros padres terrenales que nos disciplinaban, y los venerábamos. ¿Por qué no obedeceremos mucho mejor al Padre de los espíritus, y viviremos? Y aquéllos, ciertamente por pocos días nos disciplinaban como a ellos les parecía, pero éste para lo que nos es provechoso, para que participemos de su santidad. Es verdad que ninguna disciplina al presente parece ser causa de gozo, sino de tristeza; pero después da fruto apacible de justicia a los que en ella han sido ejercitados”.
Como ejemplo de esto podemos ver la muerte súbita de Ananías y Safira en Hechos 5, el juicio de la falsa profetisa poniéndola en un “lecho de dolor”, la muerte de sus hijos en la pestilencia de Apocalipsis 2:21-23 y la decisión de Pablo que “El tal sea entregado a Satanás para destrucción de la carne, a fin de que el espíritu sea salvo en el día del Señor Jesús” (1 Corintios 5:5). Todo esto nos enseña que en raras ocasiones incluso los hijos de Dios que se niegan a recibir Su disciplina pueden convertirse en “bastardos, y no hijos”. El juicio de Dios es necesario aun bajo el Nuevo Pacto, pero ¿acaso no sería mejor “obedecer al Padre de los espíritus, y vivir”?
Tras recibir mucho apoyo de oración, si alguien necesita corrección de su comportamiento, es importante utilizar los procesos bíblicos correctos.
“Hermanos, si alguno fuere sorprendido en alguna falta, vosotros que sois espirituales, restauradle con espíritu de mansedumbre, considerándote a ti mismo, no sea que tú también seas tentado. Sobrellevad los unos las cargas de los otros, y cumplid así la ley de Cristo” Gálatas 6:1.
Nuestra actitud debe ser de apoyo y mansedumbre, con el objetivo de restaurar a una posición de honor, no de derribar.
Si la persona involucrada es un líder o anciano, el criterio debe ser aun más estricto, con la insistencia de dos o tres testigos presentes. Si el anciano continúa pecando, entonces se debe “reprenderlos delante de todos, para que los demás también teman” 1Timoteo 5:19-20.
En el Nuevo Testamento, Santiago lo puso de este modo: “Así hablad, y así haced, como los que habéis de ser juzgados por la ley de la libertad. Porque juicio sin misericordia se hará con aquel que no hiciere misericordia; y la misericordia triunfa sobre el juicio” Santiago 2:13. La palabra traducida como ‘misericordia’ aquí es eleos (1656) y significa un trato compasivo hacia un transgresor o adversario que está bajo nuestro poder o responsabilidad.
¿Cómo trata usted a las personas bajo su cuidado?
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1. Introducción: entablando amistad con Dios.
2. La amistad es mejor que el servicio.
3. El profeta del AT. El Espíritu venía sobre ellos.
4. Dios quiso que la profecía fuera para todos en el AT.
5. La ira de Dios.
6. Dios es un juez misericordioso.
7. El profeta del NT. El Espíritu mora en nosotros, por eso ¡todos podemos profetizar!
8. El espíritu de la profecía es el testimonio de Jesucristo.
9. Los dones espirituales son para edificar, no para destruir.
10. Aquello a lo que le hablamos sale a la luz.
11. La profecía consiste en la verdad, no en datos.
12. El principal propósito de la profecía en el NT.
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