Ahora mora en nosotros el Espíritu Santo, quien nunca nos abandonará, por lo tanto, todos podemos profetizar

En el Antiguo Testamento, Joel profetizó que algún día el Señor haría lo siguiente: “Después de esto derramaré Mi Espíritu sobre toda carne, y profetizarán vuestros hijos y vuestras hijas” Joel 2:28.

Cuando Jesús fue bautizado, el Espíritu Santo vino sobre Él como una paloma, descansando y permaneciendo en Él. Juan escribió: “Vi al Espíritu que descendía del cielo como paloma, y permaneció sobre Él. Y yo no le conocía; pero el que me envió a bautizar con agua, aquél me dijo: Sobre quien veas descender el Espíritu y que permanece sobre Él, ése es el que bautiza con el Espíritu” Juan 1:32.

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Lucas nos relata que, tras su bautismo “Jesús, lleno del Espíritu Santo, volvió del Jordán, y fue llevado por el Espíritu al desierto” Lucas 4:1.

El día de Pentecostés, cuando se derramó el Espíritu sucedió lo siguiente: “Y de repente vino del cielo un estruendo como de un viento recio que soplaba, el cual llenó toda la casa donde estaban sentados; y se les aparecieron lenguas repartidas, como de fuego, asentándose sobre cada uno de ellos. Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen” Hechos 2:2-4.

Pedro declaró que había llegado el día profetizado por Joel. “Porque éstos no están ebrios, como vosotros suponéis, puesto que es la hora tercera del día. Mas esto es lo dicho por el profeta Joel: Y en los postreros días, dice Dios, derramaré de Mi Espíritu sobre toda carne, y vuestros hijos y vuestras hijas profetizarán” Hechos 2:15-17

Actualmente, el Espíritu Santo mora dentro del creyente, tal y como lo hizo en Jesucristo. Esto significa que bajo el pacto del Nuevo Testamento, Pablo pudo declarar: “Podéis profetizar todos”
1 Corintios 14:31 (24).

El Espíritu Santo inspira la profecía, tal y como lo expresó Jesús en Juan 16:12, 13: “Aún tengo muchas cosas que deciros, pero ahora no las podéis sobrellevar. Pero cuando venga el Espíritu de verdad, Él os guiará a toda la verdad; porque no hablará por Su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oyere, y os hará saber las cosas que habrán de venir”.

Al estar ahora el Espíritu Santo ‘en nosotros’ significa que la profecía está a la disposición de todos los creyentes. El derramamiento de la profecía debería ser la característica de la Iglesia del Nuevo Testamento.

Bajo este Nuevo Pacto de la gracia, los cristianos tenemos la libertad de practicar la profecía sin temor a ser lapidados ni juzgados personalmente. Lo que hay que juzgar es la profecía en sí (1 Corintios 14:29), y no la persona. Debe compararse con la Escritura, que es nuestra “Palabra profética más segura” (2 Pedro 1:19) y jamás debe contradecir a la Palabra de Dios. Además, debe tratarse de palabras como las que pronunciaría Jesucristo.

La razón por la cual hay que juzgar la profecía es que “Ahora vemos por espejo, oscuramente; mas entonces veremos cara a cara” 1 Corintios 13:12; “Porque en parte conocemos, y en parte profetizamos” 1 Corintios 13:9. Con más de un profeta o profecía sobre el mismo tema normalmente se podrá contemplar un panorama más completo.


¡No tenemos que salir a buscar dirección profética!

“Antes bien, como está escrito: Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, ni han subido en corazón de hombre, son las que Dios ha preparado para los que le aman. Pero Dios nos las reveló a nosotros por el Espíritu; porque el Espíritu todo lo escudriña, aun lo profundo de Dios. Porque ¿quién de los hombres sabe las cosas del hombre, sino el espíritu del hombre que está en él? Así tampoco nadie conoció las cosas de Dios, sino el Espíritu de Dios. Y nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que proviene de Dios, para que sepamos lo que Dios nos ha concedido, lo cual también hablamos, no con palabras enseñadas por sabiduría humana, sino con las que enseña el Espíritu, acomodando lo espiritual a lo espiritual” 1 Corintios 2:9-13.

El Espíritu Santo mora en todos los creyentes y está a nuestra disposición por lo que no existen ejemplos en el Nuevo Testamento de la necesidad de pedirle orientación a ningún profeta.
Sin embargo, muchas veces vemos en el Nuevo Testamento que se dieron profecías que no habían sido solicitadas (excepto en oración), las cuales sirvieron de advertencia acerca de algún rumbo tomado
(Hechos 21:11), confirmando o revelando nuevos datos acerca de situaciones (Juan 1:29, Hechos 11:27-30). Aun así, estas palabras deben ser sopesadas tal y como se menciona anteriormente.

Los profetas del Nuevo Testamento también colaboraban en equipo (Hechos 11:27).

 

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1. Introducción: entablando amistad con Dios.
2. La amistad es mejor que el servicio.
3. El profeta del AT. El Espíritu venía sobre ellos.
4. Dios quiso que la profecía fuera para todos en el AT.
5. La ira de Dios.
6. Dios es un juez misericordioso.
7. El profeta del NT. El Espíritu mora en nosotros, por eso ¡todos podemos profetizar!
8. El espíritu de la profecía es el testimonio de Jesucristo.
9. Los dones espirituales son para edificar, no para destruir.
10. Aquello a lo que le hablamos sale a la luz.
11. La profecía consiste en la verdad, no en datos.
12. El principal propósito de la profecía en el NT.
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