Dios quiso que la profecía fuera para todos, no sólo para unos pocos, ¡incluso en el Antiguo Testamento!


Durante esta época en el desierto, Dios había provisto sobrenaturalmente a los israelitas maná como alimento, el cual era “Pan del cielo… pan de ángeles” Salmo 78:24 y 25 (NVI). El pueblo se había cansado de esta provisión sobrenatural y anhelaba el regreso a los ‘viejos tiempos’ en Egipto, cuando eran satisfechos los deseos de su carne.

“Y la gente extranjera [la muchedumbre que había seguido a Israel desde Egipto] que se mezcló con ellos tuvo un vivo deseo (de manjares conocidos y exquisitos), y los hijos de Israel también volvieron a llorar y dijeron: ¡Quién nos diera a comer carne! Nos acordamos del pescado que comíamos en Egipto de balde, de los pepinos, los melones, los puerros, las cebollas y los ajos”. Números 11:4-5 (Paréntesis según la Biblia Amplificada en inglés)

Lo interesante aquí es que parece que habían olvidado la parte negativa de todo lo que habían vivido antes. Olvidaron que antes estaban esclavizados, teniendo que trabajar largas horas y siendo azotados por sus dueños. ¡Sólo recordaban la única parte positiva que era la comida gratuita!

 

Los setenta ancianos reciben una muestra del Espíritu de Dios

Durante aquella época de deseos carnales, Dios dio a setenta ancianos de Israel una muestra de Su Espíritu, por medio de pedirle a Moisés que los reuniera en el tabernáculo. Estos eran probablemente los mismos setenta quienes habían subido al monte Sinaí en Éxodo 24:9-11. Ellos habían visto a Dios, habían comido y bebido con Él. ¡Ya habían saboreado el banquete celestial! Dios le dijo a Moisés que iba a derramar Su Espíritu sobre ellos.

“Y Yo descenderé y hablaré allí contigo, y tomaré del espíritu que está en ti, y pondré en ellos; y llevarán contigo la carga del pueblo, y no la llevarás tú solo” Números 11:17.

Moisés era un profeta de grandes dotes—probablemente el profeta más importante del Antiguo Testamento antes de Juan el Bautista.

Deuteronomio 34:10 “Y nunca más se levantó profeta en Israel como Moisés, a quien haya conocido Jehová cara a cara”.

Él había recibido la Ley como profecía de Dios. Sin embargo, estaba luchando con la carga de dirigir al pueblo. Jetro, su suegro, había sugerido que escogiera líderes del pueblo y esto le libró de algunas cargas administrativas. Sin embargo, ahora el problema residía en el aspecto espiritual del liderazgo, lo cual Dios se encargaría de remediar. Moisés se presentó ante Dios desesperado, casi al borde del suicidio y anhelando recibir ayuda para dirigir a un grupo de personas que caminara en las sendas de Dios.

Números 11:14 “No puedo yo solo soportar a todo este pueblo, que me es pesado en demasía. Y si así lo haces Tú conmigo, yo te ruego que me des muerte, si he hallado gracia en Tus ojos; y que yo no vea mi mal”.

Números 11:25 (NVI) “El Señor descendió en la nube y habló con Moisés, y compartió con los setenta ancianos el Espíritu que estaba sobre él. Cuando el Espíritu descansó sobre ellos, se pusieron a profetizar. Pero esto no volvió a repetirse”.

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Habiendo probado ya el alimento de los lugares celestiales, los líderes fueron entonces bendecidos con la presencia del Espíritu Santo. Esto ocurrió como preparación para ayudar a Moisés a dirigir espiritualmente al pueblo.

Al profetizar, los ancianos dieron pruebas de la presencia del Espíritu, “Pero esto no volvió a repetirse” Números 11:25 (NVI). Este es uno de los versículos más tristes acerca de los años en el desierto. No siguieron practicando el don que les había sido dado. A pesar de haber probado anteriormente el banquete celestial, se les antepusieron los deseos carnales, y se conformaron con obtener lo secundario: un estómago lleno de comida en lugar de recibir alimento espiritual
1 Corintios 3:2 y Hebreos 5:12.

En el Salmo 106:13-15, el salmista comenta esto al señalar: “Bien pronto olvidaron sus obras; no esperaron su consejo. Se entregaron a un deseo desordenado en el desierto; y tentaron a Dios en la soledad. Y Él les dio lo que pidieron; mas envió mortandad sobre ellos”. La traducción literal del final de este versículo es “Mas envió flaqueza en sus almas”. Ya que ellos, en lugar de anhelar lo que Dios tenía para ellos, ansiaban tener comida física, el Señor les dio un ayuno espiritual que les hizo consumirse.

“Y llamó el nombre de aquel lugar Kibrot-hataava (tumbas del deseo sensual), por cuanto allí sepultaron al pueblo codicioso (cuyos apetitos físicos les hicieron pecar” Números 11:34 (Paréntesis según la Biblia Amplificada en inglés)


No detenga un mover del Espíritu Santo

Por algún motivo, algunos de los ancianos se quedaron atrás con el pueblo. El nombre de uno de ellos era Eldad (419) que significa ‘Dios ha amado’, derivado de El (410) Dios (plural) y dod (1730) amor. El nombre del otro era Medad (4312), derivado de yadid (3039), amado. Estos dos amados ancianos profetizaron entre el pueblo, y al parecer, no dejaron de hacerlo. Sin embargo, ¡el fervor humano pronto intentó detener esto!

Números 11:27 “Y corrió un joven y dio aviso a Moisés, y dijo: Eldad y Medad profetizan en el campamento. Entonces respondió Josué hijo de Nun, ayudante de Moisés, uno de sus jóvenes, y dijo: Señor mío Moisés, impídelos”.

Normalmente recordamos a Josué como líder maduro, que sucedió a Moisés dirigiendo al pueblo a la Tierra Prometida. Aquí le vemos como joven instigador, celoso por el puesto de Moisés como único que podía oír de Dios y hablar por Él.

Hubo episodios anteriores en que se retó la autoridad de Moisés, y Josué probablemente pensó que esta era otra ocasión parecida. Estos dos ‘rebeldes’ ni siquiera se habían molestado en acudir a la reunión con Dios, pero ahí estaban profetizando descontrolados entre el pueblo… ¡algo había que hacer para detenerlos! Pero la respuesta de Moisés fue inequívoca.

“Ojalá todo el pueblo de Jehová fuese profeta, y que Jehová pusiera Su Espíritu sobre ellos” Números 11:29.

Aunque ellos no se habían presentado en el tabernáculo de reunión, estos líderes habían sido bendecidos con el Espíritu de Dios. Moisés, al tener más madurez, sabía que no debía detener algo que obviamente Dios había ungido. De hecho, él sabía que la inclinación del corazón del Señor era tener un pueblo en que todos pudieran oír Su voz.
Esta es la promesa de
Joel 2:28 “Y después de esto derramaré mi Espíritu sobre toda carne, y profetizarán vuestros hijos y vuestras hijas; vuestros ancianos soñarán sueños, y vuestros jóvenes verán visiones. Y también sobre los siervos y sobre las siervas derramaré mi Espíritu en aquellos días”. Los primeros frutos de esto fueron cumplidos el día de Pentecostés.

Este incidente fue parte de la disciplina por la que Dios le hizo pasar a Josué como preparación para Jericó. Ahí tuvo que movilizar a toda la nación en una acción de adoración conjunta, lo cual les condujo a su primera victoria, cuando se derrumbaron los muros de la ciudad.

Hoy en día, la Iglesia está atravesando este mismo proceso. En lugar de componerse de ministerios individuales, todo el Cuerpo de Cristo se levantará junto para entrar en la llenura del Espíritu. Esta generación de personas será dirigida por Su Espíritu y no por la carne.

 

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1. Introducción: entablando amistad con Dios.
2. La amistad es mejor que el servicio.
3. El profeta del AT. El Espíritu venía sobre ellos.
4. Dios quiso que la profecía fuera para todos en el AT.
5. La ira de Dios.
6. Dios es un juez misericordioso.
7. El profeta del NT. El Espíritu mora en nosotros, por eso ¡todos podemos profetizar!
8. El espíritu de la profecía es el testimonio de Jesucristo.
9. Los dones espirituales son para edificar, no para destruir.
10. Aquello a lo que le hablamos sale a la luz.
11. La profecía consiste en la verdad, no en datos.
12. El principal propósito de la profecía en el NT.
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