La amistad es mejor que el servicio—les revelamos nuestros secretos a nuestros amigos


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En el Antiguo Testamento, sólo los pocos selectos como Enoc, Abraham y Moisés fueron llamados amigos de Dios, y como tales, recibieron Su confianza.

Éxodo 33:11 “Y hablaba el SEÑOR con Moisés cara a cara, como quien habla con un amigo” (NVI).

Santiago 2:23 “Así se cumplió la Escritura que dice: «Le creyó Abraham a Dios, y esto se le tomó en cuenta como justicia», y fue llamado amigo de Dios” (NVI).

Génesis 18:17 “Pero el SEÑOR estaba pensando: « ¿Le ocultaré a Abraham lo que estoy por hacer?»” (NVI).

Proverbios 22:11 “El que ama la pureza de corazón y tiene gracia al hablar tendrá por amigo al rey” (NVI).

En general, a los profetas del Antiguo Testamento, como recipientes de la palabra de Dios, no se les consideraba tanto como ‘amigos’, sino como siervos. Aun así, Dios compartió Sus secretos con ellos incluso en el Antiguo Testamento.

Amós 3:7 “En verdad, nada hace el SEÑOR omnipotente sin antes revelar sus designios a sus siervos los profetas” (NVI).

Bajo el Nuevo Pacto de la gracia, esta amistad está a disposición de todos, pero no sin que haya condiciones para esto.

Juan 15:14-15 “Ustedes son Mis amigos si hacen lo que Yo les mando. Ya no los llamo siervos, porque el siervo no está al tanto de lo que hace su amo; los he llamado amigos” (NVI).

El modo más sencillo de hacerse amigo de alguien es pasar tiempo cultivando la relación con esta persona. Cuando decidimos apartar tiempo para buscar a Dios de todo corazón, le encontramos. La Escritura lo promete.

Deuteronomio 4:29 “Pero si desde allí buscas al SEÑOR tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma, lo encontrarás” (NVI).

Jeremías 29:13 “Me buscarán y me encontrarán, cuando me busquen de todo corazón” (NVI).

Llegamos a saber cómo es alguien cuando pasamos tiempo con esta persona. Al morar en Jesucristo, crecerán tanto el amor como el fruto.

Juan 15:4 “Permanezcan en mí, y yo permaneceré en ustedes. Así como ninguna rama puede dar fruto por sí misma, sino que tiene que permanecer en la vid, así tampoco ustedes pueden dar fruto si no permanecen en mí” (NVI).

 

Los amigos auténticos nos dicen la verdad de la situación, ayudándonos de manera positiva.

Salmo 141:5 “Que la justicia me golpee, que el amor me reprenda; pero que el ungüento de los malvados no perfume mi cabeza” (NVI).

Juan 15:1 “Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el labrador. Toda rama que en mí no da fruto, la corta; pero toda rama que da fruto la poda para que dé más fruto todavía” (NVI).

Mi esposa y yo fuimos de luna de miel a Italia, donde pasamos la primera noche en un hotel. En la cara sur del muro exterior del edificio crecía una vid que no había sido podada, excepto para dejar libre la ventana. Como era septiembre, me incliné hacia el exterior de la ventana y tomé algunas de las pequeñas uvas. Tenían un sabor agrio. El siguiente día, en la casa de campo que estábamos alquilando, probé unas uvas provenientes de una bien podada vid en el jardín, y éstas eran grandes, jugosas y dulces.

Isaías 5:1-2 “Cantaré en nombre de mi amigo querido una canción dedicada a su viña. Mi amigo querido tenía una viña en una ladera fértil. La cavó, la limpió de piedras y la plantó con las mejores cepas. Edificó una torre en medio de ella y además preparó un lagar. Él esperaba que diera buenas uvas, pero acabó dando uvas agrias” (NVI).

Dios había hecho todo lo posible para que el pueblo de Israel diera fruto, lo único que faltaba era la poda, que ellos continuamente rechazaban. Ellos habían crecido descontroladamente y por eso sólo eran capaces de producir agrias y pequeñas uvas inservibles. Por lo tanto, ¡Dios les rechazó!

Cuando descubrimos que la poda de Dios es para purificarnos y para hacernos más fructíferos, y no para castigarnos por nuestro pecado, entonces estamos dispuestos a recibirla.

Debemos también reconocer a Dios como viñador, acercándonos a Él para que nos pode, en lugar de ir trasteando por la vida cortando ramas accidentalmente que podían haber dado fruto.

Dios, como cualquier buen hortelano, suele podar durante la época de invierno ya que puede ser doloroso quitar una gran rama sin fruto. Si se elimina la rama durante la primavera, se derramará durante un tiempo la savia hasta que se sane. Sea cuando fuere que Él realice la poda, el cambio de savia a nuevo crecimiento siempre merece la pena.

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Vides bien podadas y fructíferas— ¡el fruto de la vid sólo sale de los nuevos brotes del año!

 

Jesús pagó el precio máximo por nuestra amistad

Cuando tenemos una buena amistad con alguien, no dudamos intentando decidir si vamos a hacer un sacrificio por ellos, sino que tomamos acción. Nuestro amor por la persona nos permite pagar el precio con facilidad.

Juan 15:13-16 “Nadie tiene amor más grande que el dar la vida por sus amigos. Ustedes son mis amigos si hacen lo que yo les mando. Ya no los llamo siervos, porque el siervo no está al tanto de lo que hace su amo; los he llamado amigos, porque todo lo que a Mi Padre le oí decir se lo he dado a conocer a ustedes. No me escogieron ustedes a Mí, sino que Yo los escogí a ustedes y los comisioné para que vayan y den fruto, un fruto que perdure. Así el Padre les dará todo lo que le pidan en Mi nombre” (NVI).

 

Compartimos nuestros secretos más profundos con nuestros amigos más íntimos.

Durante la última cena, Simón Pedro hizo que el que estaba reclinando sobre el pecho de Jesús compartiera el secreto de quien traicionaría al Señor. Cuando deseamos que Dios comparta cosas con nosotros, lo mejor es que nos reclinemos en Cristo en Su aposento alto, donde podremos oír los latidos de Su corazón (Juan 13:25, Efe 2:6).

La calidad de toda relación depende de cuán profunda sea en ella la amistad y la calidad de la comunicación.
Bob Mumford compara la amistad con un puente: si el puente es débil y frágil, sólo puede soportar una pequeña cantidad de peso. Pero si está bien estructurado y fuerte, la cantidad de peso que podrá soportar será grande. Lo mismo ocurre con nuestra amistad con Dios. Paul Cain comentó una vez que “Estamos tan cerca de Dios como queremos estar”.

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¿Cómo de fuerte es su relación con Dios y cuánto peso puede soportar?


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1. Introducción: entablando amistad con Dios.
2. La amistad es mejor que el servicio.
3. El profeta del AT. El Espíritu venía sobre ellos.
4. Dios quiso que la profecía fuera para todos en el AT.
5. La ira de Dios.
6. Dios es un juez misericordioso.
7. El profeta del NT. El Espíritu mora en nosotros, por eso ¡todos podemos profetizar!
8. El espíritu de la profecía es el testimonio de Jesucristo.
9. Los dones espirituales son para edificar, no para destruir.
10. Aquello a lo que le hablamos sale a la luz.
11. La profecía consiste en la verdad, no en datos.
12. El principal propósito de la profecía en el NT.
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