La profecía consiste en la verdad, no en datos
La diferencia entre profetizar datos y verdad es algo esencial. A veces las personas con dones proféticos ven tan claramente los datos acerca de la situación, que esto les puede parecer revelación. No obstante, si el Ángel del Señor hubiera entrado en el lagar diciendo “Gedeón, te estás comportando como un cobarde. Espabílate, compórtate como un hombre y sal a luchar”, ¿cómo hubiera respondido Gedeón a estas palabras? Después de todo, estos datos eran correctos. Él hubiera salido de ahí sintiéndose culpable, deprimido y aun más vencido, o si no, hubiese salido a intentar luchar con sus propias fuerzas, por lo que lo hubieran vencido.
Pero en lugar de esto, la verdad que “Dios estaba con él y por eso era un guerrero valiente” lo liberó para ser la verdadera persona que Dios le había destinado a ser.
No podemos catalogar ni juzgar a nadie según lo que vemos en ellos. Debemos mirar más allá de esta imagen a lo que Dios les ha llamado a ser y profetizarles esta verdad. Jesús miró más allá del impetuoso y fogoso Pedro, declarando que él era una roca. Al igual que sucede con la mayoría de las palabras proféticas, pasó un tiempo hasta que esto se manifestara de pleno en su vida. Jesús dijo: “Conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres” Juan 8:32. Los datos acerca de la situación no hacen libre a nadie, por lo que siempre deben preguntarle a Dios: “¿Cuál es Tu verdad detrás de estos factores?” Por medio de profetizar esta verdad es que realmente haremos libres a las personas.
La siguiente imagen es un buen ejemplo de cómo ver el potencial en una situación.
Ezequiel aprendió esta valiosa lección cuando llegó al valle de los huesos secos (Joyner 1997) y Dios le preguntó: “Hijo de hombre, ¿vivirán estos huesos?” Ezequiel 37:3.
Según los datos objetivos, se podría decir: “Eres un valle de huesos secos; no puedes moverte, no puedes levantarte a caminar. De hecho, eres inútil, lo único que puedes hacer es yacer ahí, ser blanqueado por el sol y finalmente pudrirte”.
La fe dice: “Los huesos secos oyen la palabra del Señor”, aunque físicamente los huesos no tengan oídos para escuchar la palabra del Señor. “Así ha dicho Jehová el Señor a estos huesos: He aquí, Yo hago entrar espíritu en vosotros, y viviréis. Y pondré tendones sobre vosotros, y haré subir sobre vosotros carne, y os cubriré de piel, y pondré en vosotros espíritu, y viviréis; y sabréis que Yo soy Jehová” Ezequiel 37:5-6.
Al igual que los huesos secos, algunas personas no tienen oídos para oír. Una declaración profética puede sin embargo hacer eco dentro de ellos. Al regar esta palabra se permitirá una mejor conexión de sonido, permitiendo que se enlacen tendones a los huesos desnudos. Estos tendones permitirán que aparezcan músculos, que harán posible que llegue el movimiento y la piel que los cubra.
Incluso cuando los cuerpos estuvieron totalmente formados, faltaba algo. Los cuerpos no habían cobrado vida, ya que “No había en ellos espíritu” Ezequiel 37:8. Por lo tanto, Ezequiel recibió las siguientes instrucciones: “Profetiza, hijo de hombre; conjura al aliento de vida y dile: "Esto ordena el Señor omnipotente: ‘Ven de los cuatro vientos, y dales vida a estos huesos muertos para que revivan” (NVI).
Tal y como pasó durante la creación original del hombre, hubo que pedirle al Espíritu Santo que infundiera aliento de vida a la situación a través de un decreto. A veces éstos son necesarios para verdaderamente traer el aliento de Dios a un cuerpo.
Cuando examinamos una situación a la luz de lo que dicen las Escrituras acerca de la venida del Reino de Dios “en la tierra como en los cielos” dándonos cuenta que no se ha llegado a tanto, por fe podemos desencadenar la voluntad soberana de Dios, proclamando lo que Él quiere que suceda en la situación. Esta fe agrada a Dios (Hebreos 11:6), y libera el mover del Espíritu Santo.
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1. Introducción: entablando amistad con Dios.
2. La amistad es mejor que el servicio.
3. El profeta del AT. El Espíritu venía sobre ellos.
4. Dios quiso que la profecía fuera para todos en el AT.
5. La ira de Dios.
6. Dios es un juez misericordioso.
7. El profeta del NT. El Espíritu mora en nosotros, por eso ¡todos podemos profetizar!
8. El espíritu de la profecía es el testimonio de Jesucristo.
9. Los dones espirituales son para edificar, no para destruir.
10. Aquello a lo que le hablamos sale a la luz.
11. La profecía consiste en la verdad, no en datos.
12. El principal propósito de la profecía en el NT.
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